Cada mañana, las Señoritas finas
en su primera acción del dia
miraban tras las cortinas
por si algún novio venía.
Habitaban su casa solas
con sobrecarga de adorno,
lamparillas de cristal en bolas
y tapices delicados en su entorno.
En el salón un piano
seguramente legado de su abuela
al cura que fue su hermano
dado a parranda y mistela
Y nadie metió a sangre fría
un canario..., un pajarillo
en sus jaulas de palillería,
¡Princesas de Cuesta Baillo!.
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