sábado, 31 de julio de 2010


Mi querido Pepe el Chavo:
Barcelona mil colores
desde el alto Tibidabo
a la Rambla de las Flores.

Una muchacha de Armuña
una tarde conocí
entre Plaza Cataluña
y Doctor Pí i Molí.

Luego por la Diagonal
un empleado de banca
su abuelo un triste jornal
de emigrante en Zona Franca.

La verdad que me da Pena
ver enfermo a Maragall
Y perderme una faena
en la gran Monumental

A la gente no interesa
lo que diga el Tripartito
siempre que sobre su mesa
no le falte un huevo frito

(Desde Serón a Manresa
gusta al pobre, al señorito)

En la estirpe catalana
proclive a la independencia
hay más de un Juan y una Juana
andaluces sin conciencia.

Por ejemplo, Pep Montilla
un taurino aficionado
sin llegar a maletilla
con la Fiesta ha terminado.

Y si no Carmen Chacón
esa Ministra rechula,
manda firme al pelotón
y reniega de su Olula.

Aquel bombero torero
que fabricó el estatuto
ya le buscan sustituto
por liante y embustero.

(Su nombre... decir no quiero.
Una pista, acaba en ero)

miércoles, 28 de julio de 2010

ZAJAREÑA FOREVER, POR DON JOSÉ MARTÍNEZ MERLOS (PEPE EL CHAVO JR.)


Amigo mío, no sé cuánto sabes de Zajareña, ni los bandazos que hemos dado por distintos locales del pueblo.
Nuestro parto fué en el horno, y Pepe Luís después de 5 ó 6 años, se cansó. Era natural, estábamos en su casa.

Después nos fuimos al local de Antoñín en el negocio que montó en la venta unos dos años, y José Angel tomó después, de allí, nos fuimos a una casa del grupo escolar (un invierno) y Pepe Luís pegó la “espantá”y arrastró a Canito –gran cantante-, pero los jóvenes nos soltamos de manos e hicimos nuestra música.

Yo empecé con lo que más me gusta, con las percusiones: Bongos, maracas, claves, castañuelas, cascabeles y metimos un platillo de tocar con la mano que suena más dulce.

Pepe Bermúdez dejó el laúd, del cual se sentía prisionero y cogió una de sus guitarras y también una guitarra requinto. Entre las dos guitarras, le dimos marcha al grupo y revolucionamos la cosa.

Pero queda lo mejor, por un lado, Pepe dio con el panadero de Hijate, Antonio Corral ( estudiante de piano) y se le incorporó un bajo eléctrico, y este instrumento, apaciguó la agudeza de las bandurrias, marcando la base musical y dándole más calidad y sonoridad, sobretodo a “ isas, boleros y pasodobles”.

Y por otro lado, yo le comenté al Membri (hijo de José el Marcelo) que tocara la percusión con nosotros y se incorporó al grupo, y ya teníamos un percusionista, y se le enseñó a tocar los bongos, pero el traía su base musical de cajista y baterista de la banda de música.

Aurora, se liberaba mucho de guitarra y cada día tocaba mejor el tímple canario, a la vez que su voz era fundamental. -Tampoco está ya-

Pepillo el Mecánico (nieto Pepe Bernardo) estuvo un año con nosotros con su buena guitarra, pero le hemos perdido la pista, creemos que anda por Dinamarca, con una beca Erasmus de telecomunicaciones, si alguien lo ve por allí, que se lo traiga, estará el pobre helado.

La segunda etapa del grupo, después de la ortodoxia del horno, se gestó
en la cochera de Pepe Bermúdez durante otros 3 años. Compramos el equipo de megafonía y empezó la cosa a sonar en serio, (parece que antes era como de broma) la música de cuerda es demasiado débil y delicada para sacarla a los escenarios sin esta tecnología.

Bueno pero Pepe se trasladó con su familia a Tíjola y de nuevo, nos quedamos sin local. Y vuelta a la peregrinación.

Entonces pedimos al Ayuntamiento y nos acomodamos en los bajos de la Casa de Cultura, dónde hay que decir, que el sonido es infame, horrible, y hasta nos ponía nerviosos y todo, por lo cual optamos por subirnos al cine, que por otra parte nos sentíamos más cómodos y en ambiente de actuación.
Allí estuvimos unos dos años, hasta que la cosa empezó a flaquear, no sin antes haber dado un concierto-comida en Turre con Andrés Caparrós, no estuvo mal, pero pudo estar mejor.
Otro bueno, fué tambien en Alhama de Almería con la Tuna Universitaria de Almería, que homenajeamos a un Presidente de la Cámara de Comercio, un tal, A. Picón, creo recordar.


Continuará

lunes, 26 de julio de 2010

SERÓN, POR LUIS HERRERO

Luis Herrero en sus tiempos de estudiante en Huércal Overa

Majestuoso y elegante,
con tu traje blanco
marinero sin mar,
en rio de plata
apareces flamante

Subido en la cima,
balcón principal,
desde tu atalaya
del valle guardián

Calles empinadas
que llevan al cielo,
por ellas me pierdo
andando en silencio
recordando amores
que son de otro tiempo

Llego a tu Castillo
y admiro el paisaje
desde el horizonte
hasta la Estación.
Qué bello es tu entorno
Villa de Serón.

Siempre te recuerdo.
escorpión dorado,
que baja en la noche
a beber al río
de luna plateado.

lunes, 19 de julio de 2010


Mi Callejón, hoy mudo,
comenzaba en el mismo instante
que el martillo de un remendón
golpeaba la suela de un zapato…,
enfrente, la ventana a ras de suelo
perfumaba la cuesta
con el olor de una rosca
recién salida del horno.
(¡cómo despreciar un suspiro
al módico precio de gratis total!).

Más arriba, el sonido de la imprenta
me lo cambiaron
por un conjunto de postales
con ropa tendida.

Luego, una cuesta
que cae a plomo desde el Castillo,
haciendo un breve descanso
en un banco de la placeta

Nicolás, que a veces llegaba
con una carga de matas de panizo,
hace años vendió toda clase de aperos.

A Emilio Jiménez lo vieron
sobre una nube, con una carpeta
bajo el sobaco.

Las últimas noticias de Frasquito
llegaron un Miércoles de Baza,
por lo visto arrendó un puesto
y se instaló en el mercado de las estrellas…

jueves, 15 de julio de 2010

Mi amigo Iván, con su padre y su hijo, en la ciudad de Porto Alegre, Brasil, 2004

Mi queridísimo Iván Espinoza,
de aquellos Espinozas
que habitaron los cerros sublimes
que desde la Loma ascendían con parsimonia
al Cántaro Alto
a través de una vereda imposible
en la que el cuerpo humano
sufría un desgaste equivalente
a dos morcillas y una tripa de longaniza:

Desde el mismo instante
de la madre de todas las ruinas,
no veo más luz que la de la Luna negra.

Los rayos del Sol… navajas
que cortan mis vértebras óseas
con el arte de una gitana
que interpreta las líneas tenebrosas
de la palma de mi mano.

Mis sandalias, ya no pisan más que brozas
tiempo ha verdes praderas
cubiertas de rocíos matinales.

En mis callejones, filas de hormigas,
desfilan entre las piedras
dibujando panales de abejas asesinas.

Amigo mío, ya solo me queda el fútbol,
mi futuro en manos del próximo partido
y mi sueño, la mirada turquesa
de una bella Carbonera.


¡¡¡ VIVA ESPAÑA!!! y ¡¡¡ARRIBA ESPAÑA!!!

miércoles, 14 de julio de 2010

CAMPEONES


Por fin somos campeones
del mundo de la pelota
y nuestra alegría se nota
por calles y callejones.

Que se jodan holandeses
maradonas argentinos
y los árbitros ingleses
defensores de asesinos.

Pues con Casillas e Iniesta
Sergio ramos y Pedrito
para fastidiar la fiesta.
no tuvo potencia el pito.

Nadie me critique el beso
a la guapa Carbonero
yo comprendo que el portero
por su niña pierda el seso.

Y me quedo con Vicente
Del Bosque de Salmanca
que un empresario indecente
echó de la Casa Blanca.

lunes, 12 de julio de 2010

sábado, 10 de julio de 2010


¿Qué le ocurrirá a mi sueño
que siempre se desarrolla
en el ambiente hogareño
de mi colchón de parfolla?

Y mi mente a la deriva
en cochambroso avión:
Plaza Nueva a la de Arriba,
escala en mi Callejón.

En la tienda me saluda
González siempre chistoso;
una mula cojonuda
compró Frasquito el Goloso

¿Habrá puesto la gallina
algún huevo sorprendente?;
mi abuela tras la minina...
¡cosas de mis subconsciente!

miércoles, 7 de julio de 2010

SERÓN VISTO POR UN TIJOLEÑO

www.tijolayalrededores.blogspot.com

De antemano he de pedir humildes disculpas por mi ignorancia y desconocimiento de las cosas más cercanas. Uno de los objetivos de este blog era descubrir nuevos lugares, nuevas miradas sobre las cosas. A veces sin imaginar que mi ceguera era tanta.

Serón comparte con Tíjola, muchas más cosas de las que podemos apreciar a simple vista. O quizás esa primera vista, sea algo miope, porque si no es dificil entender que seamos unos desconocidos. Su historia, la de ambos pueblos, está unida ineludiblemente y es facil apreciar que del conocimiento mutuo podemos enriquecernos y entendernos mejor.

No se, ni me interesa, cuándo y por qué comenzó esa rivalidad entre los dos pueblos. Pero es bueno alejarse, ver otras realidades, ver otros mundos y desposeernos de nuestro pequeño mundo, volver al origen, y apreciar lo que te rodea con una mirada nueva. Creo que ese ha sido el motivo de mi descubrimiento tardío de Serón; y de ahí mi sorpresa; y de ahí esta entrada.

Los que no somos de Serón, siempre decimos con cierta sorna "que bonito es ... de lejos". Lo es. De lejos y de cerca. Pasear por sus calles más antiguas y pegadas al Castillo, hace que te traslades a épocas lejanas, que el tiempo se pare, que tu mirada no se centre en el Castillo o en la torre de la iglesia, sino en las magníficos paisajes que lo rodean. Quiero pensar que la razón para asentar el pueblo en este lugar no solo fue cuestión de estrategia defensiva, sino que la panorámica enamoró a los que tomaron esa decisión. Como enamora a todo el que la comtempla, ya sea en plena floración de almendros, o con un manto de niebla posado sobre el valle.

Senderos como el de la Alconaiza, ayudan a agrandar aún más su belleza, y más si es un año de lluvia y nieve, que hace que el río tenga un sonido más alegre. Y más si llovizna levemente y tienes la suerte de que el Arcoiris una, cuan puente, el pueblo blanco con los verdes bancales.

Así que si. Me confieso como uno más de los muchos admiradores de Serón. Un tijoleño.

martes, 6 de julio de 2010

ESCENAS DE MI CALLE 3, POR PACO CÁNOVAS


Y hablando de juegos, los JUEGOS de “salón” de los niños de la Umbría -calle y cuesta- eran los propios de la época:

-Las bolas: ¡Qué valiosas eran las cristalinas de las gaseosas de los Cantariles! Suya era la casa que iba a continuación de la taberna del Sordo, una vez empezada la calle a mano izquierda; tenían la fábrica en los bajos, que daban a la acequia (donde nuestras madres lavaban la ropa antes de que la cosa se modernizase con el agua corriente en las casas, fuese verano o aquel invierno de auténticos chuzos de punta como los que se formaban en las terreras del río Bolonor), debajo de las azoteas que construyeron al hacer la carretera. Jugábamos preferentemente en invierno en los portales alumbrados por una triste perilla de 15 bujías (el más frecuentado era en nuestro caso el de Encarnica la Cereña, vecina nuestra); especialmente si los enlosados tenían “calvas”, cosa habitual como puede apreciarse en las fotos de la época. Me parece recordar que una de las modalidades de juego era con un hoyo: quizás una especie de mini-golf. Ahora, cuando veo un coche con alguno de los colores vivos de aquellas bolas de arcilla, siento cómo se me activan las evocaciones sensitivas, volviendo a disfrutar de algo de esa lejana infancia.

-Las trompas, cuya punta era sustituida por un clavo bien limado en la herrería de Arturo; después he pensado que con mucha paciencia por parte de éste y sus hijos Paco y Jesús, pues éramos muchos los niños que les llegábamos con el “encargo”; lo que no sé es por qué no íbamos al otro herrero, Juan el Herrero, marido de Carmen Oller, que vivía en la calle Gadil, junto a la churrería de Saturnino que tan buenos churros hacía; ¿sería porque ya no ejercía?; de él sólo recuerdo haberlo oído tocar el acordeón, a propósito del cual había alguna coplilla por el pueblo un tanto grosera. También me parece recordar que allá por los primeros 50 se formó una agrupación de jovencitas majorettes (DRAE) que desfilaron circunvalando el pueblo acompañadas quizás por el acordeón, o por bandurrias...; no consigo precisar bien; lo que sí recuerdo es una canción que interpretaban la Estudiantina Portuguesa: “Somos cantores de la tierra lusitana... ay, Portugal, por qué te quiero tanto..”

-Y, me llama la atención especialmente al recordarlo, los cartones: esas tapas de cartón de las cajas de cerillas de la época (nuestras madres verían difícil conservarlas intactas hasta que se gastaran) que movíamos con un utensilio auténticamente prehistórico, del paleolítico: piedras supuestamente planas de una forma determinada con las que, a golpes, movíamos los trocitos de cartón (¡valiosos montones de cartoncitos se veían en las manos de aquellos niños que tenían habilidad para ganarlos!).

Aparte estaban los juegos de mayores espacios (recojo sólo algunos; dejo para otro los de “pillar”, escondite, saltar, marro, etc)

-El fútbol, para nosotros “pelota” de trapo y en ocasiones de goma, casi siempre en la Plaza de Arriba, perseguidos constantemente por las Lateras -mención especial, y sin embargo cariñosa, de Lola- y Dª Paca Rovira, a quienes no dejábamos descansar; pero no eran las únicas: también sufríamos el acoso de un enorme perro-¿alguien se acuerda de su nombre?- que tenía Dª Encarnación Jiménez, vecina que vivía a continuación de las Lateras en un considerable caserón señorial; si veis las estupendas fotos del álbum de Fredy donde aparece dicha Plaza, a continuación de la Ermita y haciendo rincón está la casa que habitaron Diego Pérez y familia; justo enfrente, al otro lado, estaba “la casa del perro”; la plaza tenía solamente algunas acacias anémicas cuyas flores comíamos en primavera (¡no había hambre!), por lo que no encontrábamos grandes obstáculos.

También jugábamos, huyendo de nuestras “acosadoras de arriba”, en la explanada al pié de la misma y ya hecha carretera pero sin apenas coches.

En el Anchurón de la Carretera General que había bajando por la balsa de la tía Portala: éste era un campo más para eventos de nivel inter-barrios, duelos entre calles, etc.; incluso allí se celebraron corridas de cintas con bicicleta en las fiestas de Agosto (también en la recta del Cuadrado), pues a ambos lados de la carretera había declives o ribazos donde se ubicaba el público.

Los partidos solemnes se celebraban en el campo de Las Eras donde se escuchaba, no sé por qué, aquello de

“a la bi,
a la ba,
a la bim, bom, ba,
el Cuervo,
el Cuervo,
y nadie más;
si Serón no tiene fama,
nadie le gana
de por aquí”.

No recuerdo que Serón en aquella época ganara muchos partidos.

-Se practicaba el frontón en la pared de la Ermita; recuerdo reñidos partidos en los que intervenían –entonces eran jóvenes- los telegrafistas, González (que tenía allí, al fondo a la izquierda, debajo de la vivienda de aquellos, su “academia” donde por las noches aprendieron cultura básica y mecanografía muchos jóvenes que no tenían otra oportunidad por haberse incorporado al mundo laboral en su infancia), mi tío Pepe... en fin, muchos. Me hablaban mis padres de que ya se practicaba en los años veinte, cuando ellos eran jóvenes.

-Y la misma Plaza se convirtió a finales de los 50 en cancha municipal con canastas para la práctica del baloncesto; recuerdo el partido de inauguración que jugamos contra Tíjola, nuestros fraternales enemigos, y que perdimos, como casi siempre.

¡Hay que ver lo que la emblemática Plaza de Arriba ha dado de sí! Pues si nos ponemos a recordar, tendremos que hacer alusión a su periódica metamorfosis en circo (merece un capítulo aparte: ¿cómo, intentando emular a los trapecistas, no nos “esnuclamos” entonces colgados del techo en maromas aprovechando los agujeros hechos para colgar el camal de los cochinos en la matanza?), su anual participación en las fiestas como sede del castillo de fuegos artificiales y, según contaban nuestros mayores, plaza de toros: para que no faltara de nada.

Os dejo aquí algunos nostálgicos recuerdos de la calle donde viví mi niñez y que se cortaron cuando con cerca de 12 años me fui a estudiar a Almería, volviendo sólo en vacaciones escolares y quedando bastante desligado de su vertiente más vital. Posiblemente OTRO DÍA SURGIRÁN NUEVAS REMEMBRANZAS (hilvanadas, como he podido observar releyendo las líneas anteriores, por cuatro palabras: recuerdo, me acuerdo, memoria, olvido: ¡que triste sensación!) que pasaré al papel electrónico para castigo de los seronteuveros que pierden el tiempo leyendo mi rollo macabeo (dicen que esta palabra aramea significa “martillo”; es, por tanto, la apropiada al caso). Abrazos para todos los paisanos.

sábado, 3 de julio de 2010

ESCENAS DE MI CALLE 2, POR PACO CÁNOVAS


Había varios TALLERES relacionados con la costura (podría también apodarse la Umbría como la del Gremio de Textiles):

-Comenzando por el más cercano a la Plaza de Arriba, estaba el primero el de Martirio (esposa de Domingo el de la Luz –cuya defunción en la tarde del Jueves Santo cita Néstor en el Foro-): tenía manos primorosas para el bordado que los niños admirábamos al otro lado de las rejas de la ventana donde trabajaba; su casa estaba en el primer ángulo, donde gira la calle; era medianera con la casa del tío Juan Martín empleado de la Compañía en Los Canos, con quien vivía un nieto de nuestra edad –Juanito Morillas- y que está a mi lado (1º de la izquierda) en la foto de la Escuela de D. Paco. Celebraron en la casa una vez la boda de algún familiar y los niños andábamos por la calle dando vivas a los novios y esperando recibir algo: nos dieron abundantes algarrobas y agarré una indigestión de la que me he acordado toda mi vida.

- Como ha recordado Néstor en la Necrológica de su tía Encarna, avanzando calle adelante se llegaba al taller de su abuela y tía que de niños frecuentamos y revolvimos como nuestra edad demandaba. Tengo un recuerdo menos preciso porque quizás era yo demasiado pequeño.

-Luego venía el de Justica (mi madre). Me parece recordar que ella había aprendido en un taller que hubo en la Cuesta Baillo (acabo de ver hoy precisamente en el lateral de un automóvil un rótulo en el que aparece esa palabra pero como Vaillo; consultado “El gran libro de los Apellidos” de J.Mª Albaigès, la constata como variante de Vadillo, sin descartar Badillo, palabra aplicada en Santander al “badil/badila”, que como debemos saber todos es el instrumento con que se manipula el brasero –de brasas, claro-). Luego se instaló por su cuenta. Era costumbre que cada modista tuviera su clientela, sin notar yo nunca que hubiese fricciones entre aquellas por competencia desleal ni nada parecido. Entre las oficialas que yo recuerdo puedo citar a la Quicos la de Canata; su hermana Mariquita ha venido regentando, junto con su marido Domingo, durante muchos años el restaurante del Anchurón. Estaré agradecido mientras viva a este matrimonio: viviendo ellos en Bélgica (Dinant, un pueblo precioso, digno de visitar) me acogieron cuando yo me desplacé allí una temporada. Recuerdo una anécdota que demuestra lo pequeño que ya en los años sesenta era el mundo: estábamos Mariquita y yo en una tienda y nos encontramos de sopetón allí a la chica de servicio y a ¡D. Renato! su jefe, director o similar de la Compañía de Menas, que estaba comprando algo, camino de Holanda (por cierto que la muchacha nos trató con un incomprensible –o no- desdén); también del Reconco vinieron la Quicos de la Mamachón y Dolores la de Pepe el Guardilla. Del pueblo asistieron Julia, hija de Enrique Maqueque (a la sazón noviaba con mi hermano Antonio) y Matilde la Churrera, hija de Saturnino; y una pequeña temporada Pilar Borja, hermana de Paco, el anterior Alcalde y compañero mío de estudios en Almería. Seguramente hubo más pero no me vienen a la memoria.

-Josefilla la Ratona, mujer de Juan el del Marchal, venía a continuación, siempre con numerosas y bullangueras oficialas. Estaba frente al cañillo de la Umbría. Y en el mismo edificio, junto al taller, vivía el tío Pedro la Vega, ganadero de VACAS LECHERAS que alojaba en las cuadras que había debajo de la casa, con acceso por debajo de las azoteas de la carretera; cuando aquellas pacíficas vacas de respetable cornamenta se acercaban, al regresar de pastar, sorprendiendo a los niños jugando bajo las azoteas, a mí me daba auténtico terror. Siendo muchacho pasaba yo con el tío Pedro algunas veladas de invierno en el taller escuchando Radio Pirenaica (había que estar informado) mientras Josefa seguía con su costura y Juan su marido atendía las matanzas que hacía por las casas del vecindario, pues era un buen “mataor”. No entiendo por qué al “capaor” municipal, vecino también al principio de la calle, le llamaban el tío Juan Vacas, pues no recuerdo que las tuviera. En el ensanche formado entre la casa de Josefa y el Callejón con el cañillo ya habíamos quemado la hoguera de Santa Lucía, que formábamos principalmente con zarzales y cambroneras traídos de lejanos parajes de la Alconaiza donde casi todos los vecinos teníamos algún huerto, y los hachos del esparto de las “atochás” que nuestros padres elaboraban con gran destreza; en esa época todavía no existían talleres municipales ad hoc.

-Continuaba Teresa la del tío Antonio el Pintao, que cosía ropa de hombre, mujer graciosa donde las hubiera; por las noches, tras la cena, se venía en compañía de la citada Manuela la del Horno a hacerle compañía a mi madre que estaba a lo suyo: la costura; lo primero que hacía era decir: “Justica, voy a echar un sueñecico”; y se dormía. Como todos los vecinos que recuerdo de entonces, era una bellísima persona, algo deslenguada (me decía: “Paquito, tu me perdonas”); según ella, los funerales –misas, entierros- acababan cuando D. Francisco decía aquello de “me meo en tus güesos” (en realidad el texto es “memento quaeso”-acuérdate, Te ruego...-). Este matrimonio, tengo entendido, había sufrido represalias al acabar la guerra. Frente a ella había otra señora mayor, la tía Beatriz, que también bordaba o hacía encaje de bolillos.

-Siguiendo hacia la Iglesia y en medio de la Cuesta de la Umbría recuerdo de muy niño ir con mi primo Emilio Cazorla a jugar a casa de su vecino Pepe Enrique -su hermano es Néstor Ávila.

Del subconsciente me aflora la imagen de su madre aplicada a la máquina de coser mientras los niños jugábamos en el amplio portal que separaba las dos viviendas; también a veces se me representa leyendo alguno de los innumerables libros que por allí había. Quizás (no puedo recordarlo) fuesen un estímulo para iniciarme en la lectura: si ves un objeto inusual –en mi casa no había libros-, te apetece tocarlo, o jugar con él, o usarlo, etc; yo recuerdo de aquella infancia leer unos cuentecitos que recibía periódicamente en su TIENDA, la única que de la calle y que tenía de todo lo que había entonces, Jesús Herrera, padre de Encarnica Herrera, casada -y enviudada- con Paquito el de Arturo: aún vive en la misma casa de entonces, creo. Por lo visto no seguía la colección de cuentos, pero Jesús me iba dando largas citándome para la semana siguiente; yo acudía puntual deseoso de encontrarme con un nuevo fascículo –se llaman ahora-, pero me llevaba una decepción tras otra, semana tras semana hasta que lo di por imposible; de dónde sacaba el dinero, no lo recuerdo pero bien podría provenir de botellas y flores de “sabuco”, como decíamos entonces, que vendíamos en sacos a la Botica, instalada en esa época junto a la talabartería, en dirección a la Iglesia desde el Cantillo; me lo ha recordado el anuncio en la tele de algún producto que incorpora el saúco a su composición. Junto a la tienda de Jesús, en una habitación amplia, tuvo su primer taller de carpintería un jovencito –aún lo es- Pedro Antonio Lorenzo, padre del actual Alcalde; con él pasé muchos ratos de tertulia y compañía. Por entonces ya había cesado en su actividad la carpintería del tío Juan Herrerías que vivía casi enfrente. Otro carpintero que vivía en la calle era el Viruta, aunque este tenía el taller en la Venta.

Paco Cánovas.

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