miércoles, 24 de marzo de 2010


Después de tantos años
hay momentos
en que sueño volver
a ser y sentirme niño.

Correr por el aire
plagado de estrellas
en mis callejones
inmunes a las distancias
que determinan los tiempos.

¿Y qué gano al despertar
si mi casa una mañana
quedó vacía?.

La vida un cometa,.
meteorito fugaz
que me sorprendió al momento
en que jugaba a los amores por el Río

No avisó,
si lo hizo, no adiviné
sus señales.

Yo salía al frío,
a la escarcha de las hojas del patio
cada recreo;
subía a los cuadernos
de árboles para coger
nidos de lápices de colores.

De pronto
la goma de borrar
se puso en marcha
sin posibilidad cierta de retroceso.

Siempre creí
que el parvulito seria el asidero
al que atar los cometas
de la infancia eterna.

Una mañana al levantarme
abrí la ventana
y no había ropa tendida en el alambre;
mi solana, poblada
de recuerdos de palomas...
que habían volado hacia la cazuela;

el gallinero sin puerta
y el carpintero no vino a reponerla.

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