sábado, 11 de septiembre de 2010


Mi vecina la Gloria era una señora
que comenzaba a gritar a primera hora.
Su esposo Amador, un pobre minero
que le sisaba unas perras del monedero
para invertías a la vuelta del camino
en el bar del Guardilla en un vaso de vino.
Y su mujer que tenia muy poco aguante
lo abroncaba si volvía tambaleante
por eso este hombre de nombre Amador
por la mujer de su alma sentía terror
y a pesar de su carácter huraño y duro
se veía cabizbajo al llegar con su carburo.
Tenían tres hijas, la mayor era Isabel
y ay del seronero, pretendiente aquel
que quisiera hacer de la niña su patrimonio
sin promesa o señal alguna de matrimonio
y si alguien se propasaba en zalamería
con la madre ciertamente se vería
como aquel día que en jardín de la Parra
a un muchacho le atacó estando de farra.
pero a pesar de su genio puñetero
me apreciaba, me decía "su seronero".

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