
Doña
Acurrucada al calor
de una humilde chimenea,
donde agoniza una tea,
Ella reprime su tos,
que leyendo está el Señor.
El fantasma en su rincón
esparfolla las panochas;
lejos queda la ilusión
de abrir de pronto la hoja
que le encienda el corazón.
Es el ángel de la guarda
de los niños de la escuela;
bálsamo es de la palmeta
que en la tierna mano para
sin piedad y sin clemencia.
Es paciente con su hermana,
es sumisa ante el Señor,
la bondad va en su palabra,
en su pecho el estertor
y el vacío en su ventana.
Dos enlutados fantasmas
del brazo bajan asidos
con inseguras pisadas;
ya resuenan las campanas
que las llaman del hastío.
2 comentarios:
TE rogaría, José Luis, que pusieras el nombre de los demás si los conoces; a mi me suenan pero no los identifico. Saludos y gracias por todo, en particular por las fotos.Paco Cánovas.
El primero sentado a la izquierda es un sargento de la Guardia Civil que no recuerdo el nombre; los otrs dos desconocidos. Luego de pié, Enrique el de Teléfonos y sentados, don Isidoro el veterinario, don Miguel, don Paco, Daza y don Lucio el méddico. Los otros, desconocidos también
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