Oh dulces cantinelas mías
al son de laúdes afinados
en clave de niños aplicados
a las sombras de sus estadías
Oh lactantes de ufanías
en los corrales concertados
cual terneros alimentados
a manos de sus pastorías
Quién me dará la receta
de esa buena medicina
que es el néctar de una teta
Quien, la triquiñuela, la treta
de tener mi despensa, mi cocina
de jamones y chorizos bien repleta
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