martes, 30 de agosto de 2011

UN POCO DE HISTORIA

(Banda de Tíjola en la Plaza del Tío José Antonio, en 1957)

En 1932 llega a Serón don Alberto Martínez Álvarez de Sotomayor, contratado como médico por el sindicato UGT local.

Don Alberto pertenecía a una familia aristocrática de Cuevas de Almanzora, uno de sus hermanos fue el gran poeta José María.

En aquellos días era muy conocido en los ambientes políticos provinciales por su militancia izquierdista y sus dotes oratorias para la movilización de masas, dentro de lo que se puede entender por tal, en un pueblo minero de unos ocho mil habitantes censados mas otros dos mil, más o menos sin censar.

Una década antes, cuando la Dictadura de Primo de Rivera, dentro del plan de adaptación de caminos y carreteras, se efectuaron obras públicas que afectaron a Serón, como la carretera Huércal Overa-Baza, incluyendo los puentes de Diego Cano, Canata, etc.

Aprovechando esta circunstancia, el Gobierno de la Dictadura anima a las corporaciones locales para que hagan un esfuerzo en sus términos municipales, en cuanto a la adaptación de vías rurales para el paso de carretas e incluso vehículos a motor que ya circulaban por los caminos de la modernidad.

De esta forma, Don Manuel Vázquez Usabiaga y don José Anaya Cabello, fueron los encargados de la tramitación ante el Banco de Crédito Local, de un préstamo de ochocientas mil pesetas que contribuyeron decisivamente a las necesidades de adaptación de los caminos rurales y, que fueron la base de los utilizados en la actualidad.

Aquel hecho fue utilizado por la izquierda en sus campañas propagandísticas en los años siguientes, acusando a estos dos señores de haber hipotecado el futuro del pueblo con aquellas inversiones, acusación a la que se unió don Alberto en cada una de sus intervenciones públicas.

Los periodos revolucionarios en Serón, habían comenzado en 1923 con la conocida Huelga de la Cebada, en la que las mujeres de Serón tuvieron un protagonismo especial.

En una de las primeras manifestaciones, se produjo una carga de la Guardia Civil; a la altura de La Iglesia un agente cayó al suelo, mientras corrían detrás de las manifestantes y, de su fusil salió una bala que mató a una mujer.

En 1934, las intentonas revolucionarias estuvieron dirigidas por don Alberto Álvarez de Sotomayor y como siempre, la Puerta de la Iglesia fue el testigo mudo de otro grave incidente. Un juez, del que desconocemos el nombre, fue asesinado de un disparo en la cabeza, efectuado desde la ventana de una casa al principio de la Cuesta de los Muertos.

Se sucedieron tiroteos con heridos y muertos, en los Canos, Menas, Serón etc. Un día explotó una bomba en la Estación y la Guardia Civil procedió a la detención del médico como autor o instigador del suceso. En su declaración acusó a don Manuel Vázquez y a don José Anaya de ser las personas que le habían denunciado, dada la enemistad manifiesta que les desunía.

Por eso, estas dos personas fueron las primeras condenadas a muerte al empezar la Guerra Civil el 10 de Agosto de 1936, en un tribunal, con don Alberto Álvarez de Sotomayor como Secretario.

Al día siguiente abandonó Serón y se trasladó a Turre donde fue nombrado Presidente del Comité Revolucionario. En su discurso de toma de posesión acusó a los curas de todos los males de España y, al día siguiente aparecieron varios de ellos muertos en las carreteras de los pueblos circundantes.

3 comentarios:

Francisco Cánovas Domene dijo...

Antes de morir vivía en la barriada de Huélago de Serón.
Murió el 11 de Julio de 1948, a las siete de la mañana a los cincuenta y ocho años de edad, y de “Caquexia.”, según consta en su acta de defunción. Cáncer?
Fue enterrado en el cementerio de Fuen Caliente de Serón?
Fuente: José Antonio García Ramos: “Médicos almerienses”

seronero dijo...

Cáncer de próstata.
En una próxima entrada hablaré más de este buen médico, aunque extremista en cuanto a sus ideas.

Paco Cánovas dijo...

En el año 1937 fue movilizado mi padre. Mi madre, entonces novia, acudió a dicho médico para que no llevaran a mi padre al frente. Y fue destinado a un horno que tenía el ejército en la Almedina de Almería, por lo que no pasaron escasez en esta época. Mi madre, que se fue con él, estuvo toda la guerra trabajando como modista para las mujeres de los jefes militares instalados ,probablemente, en el Cortijo Fisher (o del Gobernador, o Delg. Educación).

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