Por la cuesta “El Nogueral”,
con las alas del delirio
vuela mi alma otoñal.
Una alfombra de amarillo
ha teñido viejas fotos,
testimonio de aquel niño.
Bajo al rio con los chopos
Dibujando sierpes negras
Que escaparan a aquel pozo,
y rechinan por la senda
las hojas y los guijarros:
abre el Averno sus puertas.
Odiosas vallas al lado
guardan frutales ya secos
cual cementerio cerrado.
Sin esquilas ni cencerros
ni ribazos ni sembrados,
sólo se oyen…los recuerdos:
desolación al cruzarlo.
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