martes, 5 de octubre de 2010


Queridos amigos:
Esas rimas pretendidas libres…
suplicios enfermizos decrecientes
de la palabra concreta.

Poesía nacida en Mayo,
muerta bajo las alas de Otoño.

Yo, que confundido en la ventana de mi solana,
bajo los soplos oscuros del horizonte bojoso,
impasible quedé ante su belleza cierta.

El silencio, en los abismos del canto
de cuatro gorriones en el tejado de enfrente.

Oh melancolía, flotante en la tierra roya
como la luz misteriosa de mi callejón sombrío.

¿Y dónde quedó mi tiempo;
en las etéreas luces del alma,
en la breve dicha del propio tiempo,
en la angustia de los chopos del Pago,
en mis callejones mudos?

La miseria medida al peso de peñones
caídos sobre la casa del pobre
al pié del Castillo.

Como heredero de campaneros
y campanero mayor no entiendo
el tolón confuso de una campana inconcreta.

Tolón, chimpón y me salvé de milagro
de los efectos nocivos de la palomina difusa.

Más tarde la alegría se encontró en la Eras
y todo un pueblo atento
al partido del Domingo...

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