domingo, 25 de diciembre de 2011

DON LUIS DOMENE DOMENE, CURA DE LA LOMA.



Nació en Serón allá por el año 1884. Hijo de un acaudalado abogado del pueblo don Francisco Domene (don Paco Celestino) y de la maestra nacional doña Mercedes Domene.

Era el único varón entre seis hermanas (las Señoritas de la Cuesta Baillo):  María, Remedios, Carmen, Jerónima, Mercedes y Natalia. (Las Mercedarias)

Dicen que la familia “Celestino”, fueron de los más pudientes de Serón, incluso por encima de los mismísimos señores don Epifanio del Pozo, Nin de Cardona o don Antonio Cano. Pero a diferencia de éstos, no tuvieron vida pública más allá de las de sus propias ocupaciones y negocios.

Era una familia muy tradicional y anclada en el pasado, así, fue su deseo que su hijo único, Luisito, se hiciera sacerdote y sus hijas quedasen para vestir santos, al no existir en el pueblo machos de tal alcurnia para merecer desposarlas.

Don Luis tuvo buena infancia entre el pueblo y el campo. Desde pequeño quedó enganchado a esta Sierra de la que sería un experto en cuanto al conocimiento de cada rincón, con flora y fauna incluida. Era muy aficionado a los pájaros, colorines y canarios, así como de su caza y captura, llegando a tener miles de ellos en unas preciosas jaulas de palillería que fueron creciendo paralelamente al número de aves. Siempre le gustaba regalar canarios a todas sus amistades y los que después fueron sus feligreses, porque decía que en aquel mundo de miseria, el canto de un pájaro traía la alegría a una casa.

Como vemos en este magnífico documento aportado por Leovigildo Martínez Anaya, cantó misa en 1908 a la edad de 24 años, tras una pequeña estancia en Almería y Serón, tomó posesión de la Parroquia de la Loma, tierras a las que consideraba su verdadera casa.

De don Luis se han dicho muchas cosas, así que no era un cura vocacional y que tuvo líos amorosos por la sierra, achacándose a su paternidad todos los niños nacidos con un determinado color de pelo. Yo no se si esto fue así o no, lo que si tengo datos es que fue un buen cura, aunque no un cura al uso. Vestía de sotana, pero era frecuente verlo montado a caballo con escopeta al hombro, chaqueta, pantalones bombachos metidos en unas botas de cuero por debajo de la rodilla, hecho que no le impidió estar y vivir de lleno los problemas y necesidades del momento. Don Luis fue el consuelo de muchas barrigas vacías de la época.

Liberal de ideas en una familia ultraconservadora, muy culto, lector empedernido de libros sobre ciencias y avances tecnológicos, según nos contaba don Miguel Zubeldía del que fue muy amigo compartiendo millones de horas de tertulias científicas y culturales.

Cuando llegó la Guerra Civil, con la persecución religiosa, la izquierda no se atrevió a poner sus zarpas en su sotana porque el cura contaba con el apoyo de toda la gente de la Sierra. No obstante, fue sometido a chantaje económico por dos personas, una de Menas y otra de Serón. El caso es que tuvo la suerte de llegar con vida al mes de Abril de 1939.


Desde siempre había tenido una afección cardíaca coronaria en la víscera del corazón, con lo que los doctores le recomendaban mesura y tiento con la botella y la chicha. Según don Miguel, no le gustaba venir a casa de sus hermanas porque “esas seis fieras me van a matar de hambre y sed”.  -decia-. Cuando bajaba a Serón traía siempre escondida en la sotana una botella de coñac y si ésta era descubierta por las hermanas, lo acosaban con reprimendas y consejos sobre la peligrosidad del alcohol para su salud.

Don Luis murió en Serón en el año 1945, nada más terminarse de construir el muro de la Plaza Nueva, el que ahora han revestido de cañones de artillería.

Su entierro se recuerda como el más multitudinario de Serón, con todo el pueblo y la Sierra presentes. El ataúd fue transportado desde su casa a la Iglesia y después al Cementerio, sin la tapadera, por lo que las mujeres, después de dar el pésame en la Iglesia, salían corriendo por el camino que unía la Cuesta de los Muertos hasta el Gadil a la altura de Pepe el Herrero, para verlo pasar por la puerta de Fragua. Así mismo, balcones del trayecto y la Plaza Nueva recién reformada, sirvieron de palcos privilegiados, para ver aquel cuerpo dentro del ataúd, con los ornamentos sacerdotales en dirección a su última morada.

1 comentario:

Unknown dijo...

Me ha encantado la historia. Don Luis era primo de mi bisabuelo. Estoy indagando sobre los orígenes de mi familia. Mi abuelo era Celestino Cano Domenech. Sus hermanos eran Paco, Luis, María y Remedios. Su madre (mi bisabuela) se llamaba Elena Domenech, y su padre (mi bisabuelo), Manuel Cano. Emigraron a Villanueva del Río y Minas. Me hablaba mucho de D. Luis Domene y de dos hermanas solteras que vivian por allí... Me gustaría saber más cosas, ya que yo era niña cuando mi abuelo me contaba estas cosas y ya casi no me acuerdo. Saludos y gracias.

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