Postrada el alma en la infernal ladera
el grito se quebró en triste lamento,
la Cruz despeñada ondeaba al viento
hacia el frío pavimento de la acera.
¡Cuán seguro su viaje a la escombrera
del Gólgota trazando un vuelo lento,
desecho del humano sentimiento
traspasando la razón en su frontera!.
Incrédulos los ojos lo veían
por el cielo con los brazos extendidos.
Las miserias a la oscuridad servían.
Ahogando los terribles alaridos
en las garras del poder los sumergían,
¡intentando transformar nuestros sentidos!.
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