Pordioseras Fachadas llenas de mierda.
04890-Serón (provincia).
Estimadísimas Mugrientas:
Solo dos letras para solidarizarme con vuestra pena y dolor, por el abandono y discriminación al que os viene sometiendo el actual “edil” Juan Antonio Lorenzo.
Recuerdo los tiempos de Paco Borja, brillando más que una mocica de dieciocho años. Más blancas que la leche de cabra con el tono azulado del azulete oportuno, medido en las proporciones de la receta ancestral de nuestro pasado morisco.
Como una sábana recién lavada en la Acequia, con una pastilla de jabón carrasqueño, elaborado en un lebrillo con la fuerza del motor de unos brazos que hacían girar el émbolo de una caña.
¡Qué tiempos aquellos!.
Todo se hacía con ideas; dinero había poco, pero el “querer”, siempre fue “poder”, sumado a la voluntad y amor a un pueblo.
Más tarde llegó este adán y os hizo manzanilla. Vuestros desconchones aumentaron de tamaño progresivamente, tiznando aquella faz lustrosa, en chorreones achocolatados, producto de la mezcla del agua de lluvia, con el polvo de los desiertos morunos.
A vuestros pies, crecieron hierbas, alimentadas por abonos de mierdas y orines de canes y felinos; las humedades derivadas en mohos ascendentes, tiznando en negro verdoso aquella piel de flor de almendro.
El dinero había llegado, los campos de golf florecieron, los árboles talados con el hacha del mangoneo y el turismo rural enriquecido. Plazas trigonométricas, muros embarazos, fuentes afectadas de incontinencia, imprentas mudas, Menas robadas, truchos ferrocarriles …y vosotras, entre la desidia y la miseria.
Cuando miráis hacia abajo, vuestra ira a flor de piel (aquel colegio inspirado en un bloque de viviendas de protección oficial de la Cañada de San Urbano). ¡Qué derroche, cuánto lujo!; y, si miráis hacia arriba, el Castillo hormigonado en las lindes del rumboso Museo del Euro, en un futuro armado de yugos y artesas, manufacturadas en tiempos de remotilandia bajo vuestra atenta mirada… y para vosotras nada.
Víctimas de la desverguenza, de la cotización de un saco de cemento, del bajosoga; marginadas de los presupuestos, con menos valor que la carpeta de un enchufado…
Desnudas, en pelotas, con roña y lamparones… y nadie viste al desnudo…
Pero no estáis solas y nunca lo estaréis, porque siempre contaréis con el cariño y solidaridad de vuestros hijos.
Uno de ellos que lo es.
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