
Mi infancia entre velas e incienso
mirando en el Revellín sus lindas rosas
periquitos, colorines de alas preciosas
y todo quedó en un sueño inmenso.
Y hoy con la cuesta en su descenso
andando entre ruinas asquerosas
me muero recordando aquellas cosas
y mi vida es vida, solo cuando pienso.
Mi familia, mi casa, ¡de eso hace tanto!
las comidas de mi madre y su fragancia
no poder volver atrás me produce espanto
y el tiempo, la frontera del abismo
entre la cincuentena y mi infancia…
¡me cuesta creer que soy yo mismo!.
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