miércoles, 19 de enero de 2011
PEDRO BAILINA Y VICENTE EL HINOJO
Bailina bastón en mano, chapó a la testa
a la tienda llegaba en aires de funeral
mas nunca maldijo esta vida funesta
en que las negociaba retal en retal.
Calcetines lana de ovejo para un minero
vara y media de tela para un mantel
porque finos trajes de cuerpo entero
eran cosa del sastre en el tiempo aquel.
Y no comprendía a Vicente el Hinojo
cuando a grito pelado se desgañitaba
si Pedro Bailina atendía en tono flojo
para una buena clientela que le esperaba.
Seguramente el negocio de pescadero
boquerones, sardinas, jureles, del ancho mar
al tratarse de género frágil perecedero,
apremiante salida al mercado había que dar
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