
Hay un poeta de guardia, noctámbulo,
Fumador empedernido de horas muertas
frente a un ordenador vacio de ansiedades y esperanzas.
El internauta, encadenando versículos
espera, con una angustia de fonemas,
la palabra amiga que descongele
su verbo enamorado.
Y las horas, borrachas de estrellas, pasan
y el verbo, cansado de rimas, perece.
Pero el poeta, atado a la ilusión,
poeta de guardia, permanece, fiel, etéreo, persiste… permanece…
es ser, enamorado, polvo de estrellas, frente a la nada sentado,
en espera… pereciendo su propia muerte.
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